miércoles, 7 de marzo de 2012

Relato. ALBERTO LÓPEZ BOIZA

DETRÁS DE LAS VÍAS



Capítulo 1: En el presente
Hola, me llamo Alberto. Tengo 21 años, soy un chico risueño, simpático y amable, ¡eso pienso yo!, aunque no sé cómo me verán los demás. Llevo viviendo en el mismo sitio veintiún años, en el pueblo de La Mata. Es un sitio acogedor y precioso. Es un pueblo con poca población en invierno, pero que cuando llega el verano se llena, ya que es un pueblo costero. Este pueblo también es famoso por una leyenda que se cuenta sobre él y de la que va a tratar esta historia.       

Capítulo 2: La leyenda
La leyenda cuenta que había una casa embrujada en la que vivía una mujer que estaba loca y se suicidó. Desde entonces su espíritu habita en la casa y todo el que entra desaparece.
Dos años antes de que yo naciese, construyeron unas vías de tren que aislarían la casa del pueblo, de esta manera la única forma de llegar a la casa era cruzando las vías, lo que era imposible, ya que había una enorme alambrada, pero que al cabo de los años se desgastaría. Nadie se atrevía a cruzar las vías, ya que era muy peligroso y mucha gente murió en esa casa al otro lado de las vías.

Capítulo 3: Siete años antes, el comienzo
-         Mamá.
-         ¿Qué? -Dijo mi madre- “Mi madre es encantadora y guapa y me quiere más que a nadie en el mundo”
-         Dame el dinero, que voy a la peluquería.
-         No.
-         ¿Por?
-         La última vez te gastaste el dinero en tonterías.
-         Mama, por favor, te prometo que esta vez me voy a cortar el pelo.
-         Dale el dinero –dijo mi padre- y que se pire de una vez. “Mi padre tiene exactamente el mismo carácter que yo y me quiere mucho al igual que mi madre”
-         Toma.
-         Gracias. Cuando acabe, vuelvo.
-         Llévate el móvil, por si acaso te ocurre algo.
-         Vale…

Capítulo 4: De camino a la peluquería
“Ring, ring, ring…”
-         ¿Sí?
-         Hola
-         ¡Hola Raúl! “Raúl es mi gran amigo, es simpático, pero un poco desagradable en ocasiones”.
-         Oye tío, ven corriendo, me encuentro en las colinas.
-         ¿Qué pasa?
-         Ahora te cuento. Por favor, ven corriendo.
-         Sí, ya voy.
(Quince minutos después)
-         Hola de nuevo.
-         Hola. Mira tío, ¿tú sabes la leyenda de la casa?
-         Sí.
-         Se han metido todos y yo me he quedado vigilando por si venía la policía a avisarles. Me habían dicho que en media hora saldrían, pero como he visto que no salían, he empezado a llamarlos a todos, pero nadie me coge el teléfono y por eso te he llamado a ti.
-         Vale. ¿Quieres que entremos a buscarlos?
-         Vale.



Capítulo 5: Llegando a la casa
Los dos hemos cruzado las vías sin ningún peligro, ya que el último tren pasó hace cinco minutos y los trenes pasan cada quince minutos.                                         Ya estamos llegando a la vieja casa. La verdad, nos estamos asustando, pero da lo mismo.                                                                                                                     
La vieja casa de madera está sujeta por cuatro pilares y, desde nuestra perspectiva, las ventanas parecen formar una terrorífica cara. Le falta el techo y las ventanas están rotas y agrietadas, y las cortinas se mueven levemente, aunque no hay nada de viento y nos encontramos a treinta grados.




Capítulo 6: Dentro de la casa.                       
Hemos llegado al gran porche de la casa, los escalones de madera, que chirrían como si se quejasen mientras los subimos lentamente para llegar a la puerta. Nos preparamos para abrir la puerta a un “mundo terrorífico”.                                                      Abrimos, y nos encontramos en el gran cuarto de estar. Nos dispusimos a entrar y se cerró la puerta de un golpe. Empezamos a caminar a través del cuarto de estar, intentando encontrar a alguien, cuando, 
de repente, se encendió la radio, con una vieja y agradable melodía pero que en esta situación era terrorífica.                                                                                                                                   Avanzamos hacia la escalera para subir al piso de arriba en el que se encuentran el resto de habitaciones. Las escaleras eran de madera, tenían moho, 

 estaban esgastadas y astilladas y hacían un terrible ruido cuando las pisabas, como si se fuesen a caer.



Cuando subimos al segundo piso quedamos en que uno buscaría en las habitaciones de la derecha y otro en las de la izquierda y que si nos ocurriera algo o encontráramos a alguien gritaríamos: ¡ “vida”!.                                                                                                Espero a que se meta en la habitación y subo al ático. Allí me encuentro con todos mis amigos.                                                                                                                ¡Ah!, se me había olvidado decirte que esto era una broma. Cuando llegué, empezamos a hacer ruidos raros y a dar golpes para asustar a Raúl. Mientras escuchábamos cómo él gritaba, “¡Vida, vida…!”, empezamos a reírnos y bajamos en su búsqueda y le encontramos fuera de la casa porque había saltado por una ventana.                                                                                                              Lo que no sé es cómo se cerró la puerta, se movían las cortinas y, sobre todo, cómo se encendió la radio… Bueno, pero eso es otra historia.






Capítulo 7: El final
Una vez salimos de la casa, cruzamos la vía y me despedí de ellos y sí fui a cortarme el pelo. Cuando llegué a casa era muy tarde y, hazme caso, que la bronca que me echó mi madre da más miedo que esta historia.



3 comentarios:

  1. Alberto López. He visto los de los demás y creo que he puesto muchas imágenes. :D

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  2. Lucía González. No pasa nada.La verdad las imágenes dan miedo :)

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  3. Alicia Mora. Bueno, las imágenes acompañan el suspense del relato. ¡No me esperaba el final!

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